Autoridades educativas de 12 entidades demandaron a la Secretaría de Educación Pública (SEP) atender no sólo el problema de la obesidad infantil en las escuelas, también los altos índices de desnutrición entre los estudiantes, pues aseguraron que la población escolar indígena es la más afectada por la mala alimentación.
En tanto, autoridades de salud informaron que se buscará regular un millón de puntos de venta de comida chatarra en las inmediaciones de las escuelas, como parte de la estrategia del gobierno federal contra el sobrepeso infantil. Además, se creará un nuevo sistema de etiquetado con un sello de calidad escolar que garantice que los productos que se expenden en tiendas y cooperativas escolares cumplen con los lineamientos de regulación de alimentos en las escuelas que se aprobará antes del inicio del próximo ciclo escolar.En una reunión privada, encabezada por el titular de la SEP, Alonso Lujambio, y a la que asistió el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud de la Secretaría de Salud, Mauricio Hernández Ávila, los secretarios de Educación de Campeche, Chiapas, Guerrero, Michoacán, Oaxaca, Puebla, Quintana Roo, Tabasco, Veracruz y Yucatán demandaron la aplicación de
medidas paralelaspara frenar tanto la obesidad como la desnutrición infantil, que afecta a un número cada vez mayor de alumnos en el país.
Tras concluir el encuentro, que se prolongó por cuatro horas en la sede de la SEP, el subsecretario de Educación Básica, Fernando González Sánchez, reconoció que una de las
preocupaciones de fondo que se presentaron en la mesafue la necesidad de reforzar las acciones para frenar la mala alimentación de los alumnos, en particular en entidades como Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Puebla, Michoacán y Veracruz.
En algunas regiones del país, agregó,
parecería que la obesidad es un problema urbano y la desnutrición un problema rural que afecta particularmente a las zonas indígenas. Las entidades que concentran ese problema lo expusieron de manera muy clara. Se discutió que paralelamente hay que encontrar soluciones a la desnutrición infantil, pues afirmaron que no sólo se trata de la obesidad y el sobrepeso.
Hernández Avila aseguró que al concluir el proceso de consulta a las autoridades educativas estatales sobre sus mecanismos de regulación en la venta de comida dentro de las escuelas, reconoció que en algunas entidades se presenta un
La meta, indicó, es sumar esfuerzos entre las autoridades educativas y de salud para
Agregó que otras de las acciones que buscarán impulsar con las autoridades municipales y las secretarías de Salud en los estados es el control de los puntos de venta de comida chatarra en las calles, pues destacó que por cada uno de los 250 planteles escolares en el país
Por su parte, Lujambio indicó que frenar el sobrepeso y la obesidad infantil es un reto que
problema combinado de obesidad y desnutrición. Existe la demanda de contar con lineamientos que incorporen esta situación y no correr el riesgo de dejar fuera a los niños que no reciben una alimentación adecuada.
La población de escasos recursos economicos, amen de nuestros indígenas, es la que mas consume golosinas y comida con escaso aporte nutritivo.
La meta, indicó, es sumar esfuerzos entre las autoridades educativas y de salud para
bajar el contenido calórico de la colación que consumen los niños en la escuela y pasar de 480 a 280 calorías, que es una reducción importante. Un almuerzo con este contenido energético puede incluir una galleta, una pequeña porción de leche descremada y una torta de huevo o jamón.
Agregó que otras de las acciones que buscarán impulsar con las autoridades municipales y las secretarías de Salud en los estados es el control de los puntos de venta de comida chatarra en las calles, pues destacó que por cada uno de los 250 planteles escolares en el país
hay cuatro puntos de venta en banqueta, es decir, hablamos de un millón, y es un tema que estamos estudiando a profundidad.
Por su parte, Lujambio indicó que frenar el sobrepeso y la obesidad infantil es un reto que
requiere el esfuerzo de todos los sectores sociales, y no sólo en materia de educación, pues si encontramos el lenguaje correcto, donde la culpa no se deposita en un actor, sino en los hábitos que tenemos que modificar, con la participación de todos, estaremos en condiciones de lograrlo, pero si nos empeñamos en culparnos unos a otros, el esfuerzo será inútil.
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