El Programa Nacional de Educación (PNE) 2007-2012 revela lo anterior y reconoce la responsabilidad que le toca al sindicato magisterial encabezado por Elba Esther Gordillo: “no se puede negar que en los deficientes resultados de las evaluaciones realizadas a los alumnos de educación básica, una parte de la responsabilidad corresponde al magisterio, al igual que a los demás actores del proceso educativo”.
En este sentido, señala que el fomento de la cultura de la evaluación y la superación de los docentes ha sido “insuficiente” y se requiere de una “transformación de fondo” para lograr la plena profesionalización del magisterio.
En el ciclo 2006-2007, había un millón 125 mil 790 profesores, de los cuales, 56 por ciento enseñaba en las primarias, 35 por ciento en las secundarias, y 9 por ciento en el sistema prescolar.
La mayoría de los maestros de primaria tiene una formación normalista, pero no así los de secundaria, establece el PNE, que fue dado a conocer por este diario el pasado jueves; 19 por ciento del total, establece, son docentes jóvenes con menos de cinco años al frente de un grupo, mientras que 41 por ciento tiene una experiencia de 6 a 20 años y 39 por ciento cuenta con más de 20 años en la docencia.
Este último factor, considera, “presenta ventajas y desventajas, pues si bien la experiencia es un activo valioso para su desempeño, también es una limitante para la formación y actualización permanentes, especialmente en las nuevas prácticas y tecnologías educativas”.
Un numeroso grupo de maestros no está obteniendo de la oferta de formación los beneficios esperados, advierte. Así, 460 mil de una población de un millón 125 mil 790 “nunca, en ninguno de los periodos, se ha acercado a los exámenes nacionales; otro grupo de 220 mil busca participar en ellos, los solicita, pero finalmente no llega a sustentarlos”. Es decir, 680 mil maestros no presentan esta prueba. Y, de los que tienen una “participación regular” en los ENMS, que ascienden a 520 mil docentes, 200 mil de ellos nunca han logrado acreditarlos.
Ante ese panorama, el planteamiento es abrir una “nueva fase” de carrera magisterial, “para que el mejoramiento de las condiciones de vida de los profesores esté vinculado al desempeño en el aula, así como a la formación, capacitación y actualización, y que renueven su compromiso con los mecanismos de evaluación, transparencia y rendición de cuentas”.
Y, aunque en el documento se hace explícita la responsabilidad del magisterio en el magro desempeño de los alumnos, también indica que en el cambio requerido para profesionalizar a los maestros, el sindicato sabrá estar “una vez más” a la altura de los retos del desarrollo de nuestro país en el siglo XXI.
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