Hay tres valores hoy un poco olvidados: el ser, el estar, el sentir y aunando los tres forman la vocación de maestro. Muchas veces, en nuestra juventud, al plantearnos nuestro futuro al escoger una carrera que marcará nuestra vida nos solemos fijar en el profesor y nos olvidamos del valor del auténtico maestro, de lo que es su ser y sentir: el "valor" del maestro nace en la raiz misma de la palabra (según una de las acepciones del diccionario maestro=persona de quien se han recibido enseñanzas de mucho valor) y este es la de ayuda.
Efectivamente, el maestro adecuadamente preparado es esencial para el progreso del alumno pues el propósito de la enseñanza es sobre todo la apertura de la mente, la iluminación de la conciencia y la preparación para la vida. El verdadero maestro -el maestro vocacional, hoy en día escaso- tiene una actitud basada en su integridad como trabajador, posee lo que se podría denominar una humildad sana, respeta el trabajo que está haciendo y cultiva su destreza para que éste mejore, y con la actitud abierta y positiva hacia sus colegas de apreciación por el trabajo que realizan como miembros de claustro de profesores. Reconociendo que cada maestro tiene una propia contribución que aportar al grupo y es la disposición de aprender de cada uno de sus compañeros.
La postura del maestro hacia sus discípulos no es la de ejercer poder sobre ellos (es cierto que lo tiene, ya que son susceptibles a su influencia) sino es abrir la percepción de sus propios poderes y habilidades, y enseñarles la maneras, los medios y las formas de expresar su potencialidad. Ayudándolos a "crecer" y no manteniéndoles en sumisión. Por eso es tan importante tener claro lo que significa ser maestro y también que no es suficiente con "ser maestro" sino que hay que vivirlo vocacionalmente, siendo conscientes del objetivo: convertir la preparación en disposición.
Y por último pensar que los "maestros" aparecen bajo diversas formas, puesto que maestro es quien enseña, incluso puede ser "tu maestro" un alumno que te hace una pregunta en la que no habías pensado hasta ahora y la respuesta que le das al niño/a es la respuesta que te das a ti mismo: abriéndote te abres, enseñando aprendes. Está la visión utópica de lo que significa ser maestro. La realidad del día a día es otra, pero aunando las dos se encuentra el equilibrio del profesor y lo que te hace continuar con entrega y entusiasmo, a pesar del desánimo producido por los problemas cotidianos.
Este articulo de opinión pertenece a :María P. Echeveste y es reproducido integro sin modificaciones, excepto la ortográfica.
Efectivamente, el maestro adecuadamente preparado es esencial para el progreso del alumno pues el propósito de la enseñanza es sobre todo la apertura de la mente, la iluminación de la conciencia y la preparación para la vida. El verdadero maestro -el maestro vocacional, hoy en día escaso- tiene una actitud basada en su integridad como trabajador, posee lo que se podría denominar una humildad sana, respeta el trabajo que está haciendo y cultiva su destreza para que éste mejore, y con la actitud abierta y positiva hacia sus colegas de apreciación por el trabajo que realizan como miembros de claustro de profesores. Reconociendo que cada maestro tiene una propia contribución que aportar al grupo y es la disposición de aprender de cada uno de sus compañeros.
La postura del maestro hacia sus discípulos no es la de ejercer poder sobre ellos (es cierto que lo tiene, ya que son susceptibles a su influencia) sino es abrir la percepción de sus propios poderes y habilidades, y enseñarles la maneras, los medios y las formas de expresar su potencialidad. Ayudándolos a "crecer" y no manteniéndoles en sumisión. Por eso es tan importante tener claro lo que significa ser maestro y también que no es suficiente con "ser maestro" sino que hay que vivirlo vocacionalmente, siendo conscientes del objetivo: convertir la preparación en disposición.
Y por último pensar que los "maestros" aparecen bajo diversas formas, puesto que maestro es quien enseña, incluso puede ser "tu maestro" un alumno que te hace una pregunta en la que no habías pensado hasta ahora y la respuesta que le das al niño/a es la respuesta que te das a ti mismo: abriéndote te abres, enseñando aprendes. Está la visión utópica de lo que significa ser maestro. La realidad del día a día es otra, pero aunando las dos se encuentra el equilibrio del profesor y lo que te hace continuar con entrega y entusiasmo, a pesar del desánimo producido por los problemas cotidianos.
Este articulo de opinión pertenece a :María P. Echeveste y es reproducido integro sin modificaciones, excepto la ortográfica.
1 comentario:
Leer esto me hace reforzar mis ideas sobre la labor humanista educativa.
:)
Es un texto bello que espero les agrade y deje una enseñanza o reflexión a los demás compañeros.
:$
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